30 de junio de 2024
Buen Ciudadano
CULTURA

Volvió a abrir sus puertas un establecimiento emblemático Almacén Bar Lavalle

La tienda expandió su selección culinaria respecto al período anterior y prolonga su horario de atención, sin embargo, conserva su apariencia exterior y su identidad, elementos que evocan recuerdos entre los residentes del área.

El bar fue establecido en 1930 y siempre ocupó la esquina de Lavalle y Rodríguez Peña, en el legendario vecindario porteño de San Nicolás. Desde sus inicios, estuvo dirigido por dos inmigrantes gallegos que proporcionaban un servicio centrado en bocadillos y cafés.

Su apogeo coincidió con la era dorada de la avenida Corrientes, durante las décadas de 1950 y 1960. Por ese lugar transitó un gran número de personalidades del ámbito artístico y cultural de Buenos Aires, quienes ahora son recordadas con sus nombres grabados en algunas de las sillas del café, como un gesto de homenaje.

A mediados de 2023, un equipo de emprendedores del sector gastronómico liderado por Diego Pasquale adquirió el establecimiento. “Varios de ellos ya contaban con mucha experiencia en recuperar lugares históricos”, destaca Pasquale en conversación con El Destape.

Tras nueve meses de trabajos de construcción, a principios de abril el establecimiento volvió a estar en funcionamiento. “Estos bares son parte de la identidad de Buenos Aires. Recuperarlos es poner en valor el patrimonio histórico de la Ciudad”, Declara Diego.

La narrativa del bar y el ferrocarril inaugural argentino

El establecimiento se sitúa en Lavalle 1693, un espacio que fue testigo del recorrido inaugural del primer ferrocarril argentino, el Ferrocarril Oeste, cuyas vías estaban dispuestas en esa calle y se prolongaban, en su itinerario inicial, hasta el pueblo de San José de Flores (hoy en día, el barrio de Flores). La terminal Este se encontraba en lo que hoy ocupa el Teatro Colón y se denominaba la “Estación del Parque”. Posteriormente, la terminal se trasladaría a la estación “Once de Septiembre” (la actual estación Once).

En aquellos años, aún no se erigía la estructura que albergaría el bar y el almacén. En la residencia que ocupaba ese espacio, vio la luz el renombrado artista plástico Florencio Molina Campos, reconocido por sus obras que retratan la vida en la pampa argentina y sus personajes característicos. En 1925, la casa fue destruida y un arquitecto de apellido Risso levantó un edificio de cinco niveles, que en la actualidad es un Sitio Histórico protegido por la Ciudad. A partir de 1930, la planta baja fue destinada para el almacén.

La era dorada del Bar Lavalle tuvo lugar en las décadas de los 50 y 60. Durante aquellos años, el establecimiento era administrado por dos inmigrantes de origen gallego de apellido Xiao y Otero, reconocidos por su carácter hosco, quienes ofrecían una variedad de sándwiches y café. Permanecieron al frente del negocio hasta la década de los 90, momento en el cual Susana Sassano asumió la dirección. Esta mujer, reconocida por su apoyo al arte y la literatura, mantuvo vivo el espíritu tradicional del bar, impulsando su desarrollo.

A mediados de 2023, la mujer cedió la titularidad del establecimiento a un grupo de empresarios, en el cual figuraba Pasquale. Tras esta transición de liderazgo, el bar cesó sus operaciones durante nueve meses para llevar a cabo trabajos de mejora, y volvió a recibir clientes a principios de abril de este año.

“Somos varios socios con diferentes bares. Cada uno maneja uno y el resto ponemos unos puntitos. Es una modalidad muy de gallegos. Yo manejo este, pero todos tienen participación”, detalla Pasquale.

El profesional de la gastronomía comenzó su trayectoria desempeñándose como lavaplatos, luego como asistente de cocina, en la barra y también ejerció como camarero. Residió durante un período en México, donde gestionó restaurantes y bodegones, y en 2019 inició colaboraciones en diversos emprendimientos gastronómicos con varios amigos, incluyendo a Pablo Durand, quien posee una amplia experiencia en la restauración de lugares históricos como Margot, ubicado en Boedo.“Juntos trabajamos en otros proyectos como la recuperación del notable ‘Bar García’, que volvió a abrir este año”, agrega.

Puesta en valor

El bar mantiene los suelos, los techos, las ventanas y la esencia originales. Además, los inversores consiguieron restaurar el letrero de la fachada. “Lo que hicimos fue recuperar el espacio y ponerlo en valor”, asegura Diego. “Esta madera de roble estaba pintada de color chocolate oscuro, casi negro. La barra no era tan extendida como la original. Hicimos adecuaciones del mobiliario, se equipó la cocina”, explica.

Uno de los tesoros del establecimiento es que aún posee la antigua cortadora de fiambre Berkel, que permite cortar el embutido al momento, algo que Diego valora porque “no calienta el fiambre” como si las máquinas más nuevas.

Las paredes del establecimiento están adornadas con imágenes históricas de Buenos Aires, anuncios publicitarios icónicos y una placa que señala su inclusión en la lista de bares destacados de la Ciudad de Buenos Aires.

Propuesta gastronómica

La tienda expandió su oferta culinaria en comparación con el período anterior y prolonga su horario de servicio, que ahora abarca desde el lunes hasta el domingo, desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la madrugada. Debido a su proximidad a los teatros y a la Avenida Corrientes, recibe una gran afluencia de clientes, por lo que presenta opciones gastronómicas adecuadas para cualquier hora del día.

Una de las especialidades del bar son las tablas de embutidos, preparadas al momento y de alta calidad, con salame mercedino, que según afirma Diego, es el mejor disponible, y la opción de jamón crudo español. Además, el Bar Lavalle rinde homenaje al triolet, un plato que había caído en el olvido, y ofrece bandejas con hasta 20 ingredientes, siguiendo fielmente el estilo de los años 60, en los cuales se disfrutaba de una variedad de sabores.”

Principio del formulario

Una meta que se fijaron en Bar Lavalle fue la de enfocarse en restablecer la excelencia del “mejor sándwich de Buenos Aires”, que es el pebete, ya sea de jamón y queso o de salame y queso.

“El pan fue denostado durante muchos años y se fue deformando, pero originalmente el pebete era como el que hacemos hoy acá y la verdad es que es el sándwich estrella”, señala Diego. También tienen disponibles lomitos y hamburguesas servidos en pan de pebete. Asimismo, ofrecen opciones con pan integral, baguette francés y pan de molde.

La carta se complementa con platos clásicos de bodegón, como pastas caseras, tarta pascualina, milanesas y variedades de carne. “Una novedad es que tenemos milanesa de ternera y de pollo sin gluten y milanesas de berenjena para los vegetarianos. Tenemos para todos los gustos”, destaca Diego.

“Un bodegón es cocina de herencia de verdad, es respetar las recetas de nuestras abuelas, la tradición y la calidad”, añade.

También ofrecen una variada gama de productos de repostería, como croissants, bastoncitos de queso y pastel de manzana, esta última creación basada en una receta diseñada específicamente para Bar Lavalle. Como acompañamiento, sirven café recién preparado, refrescos de limón y jugos naturales exprimidos. Además, disponen de varios combos de desayuno que pueden incluir tortillas.

Entre las bebidas que ofrecen destaca el vermut, servido directamente del barril, como lo indica su nombre tradicional en español. “Hacemos uno del estilo que se consume allá. Luego está el clásico que se mezcla con otras bebidas”, detalla Diego. La carta de bebidas se complementa con cervezas y sidras de barril, gin tonic y una extensa selección de vinos tintos, blancos y rosados.”

“Durante los meses de obra, todos los días los vecinos me decían que querían pasar a ver cómo estaba quedando. Muchos me decían que venían de chicos con sus papás o sus abuelos. También hay clientes que me dicen que los gallegos de acá siempre estaban enojados, van surgiendo ese tipo charlas”, concluyó.

Por Buen Ciudadano

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